miércoles, 16 de julio de 2014

Luces y sombras.

Día 43. Miércoles 16/07/14. Vercelli - Robbio 21km.

Echo de menos la montaña, los parajes tocados por la mano humana pierden esa magia, esa belleza natural que poseen los paisajes salvajes, por los que me he dado cuenta que siento una gran atracción. Allí me conecto con la vida de un modo diferente, más auténtico, es como si la naturaleza me envolviera de tal manera que llego a sentirme más que una parte de ella, una especie de unión indiferenciada, donde mis límites se confunden y puedo llegar a sentirme el todo. Y no sé si tuve que bajar al infierno de la llanura francesa para poder subir al cielo de los Alpes suizos, donde me ocurrió una experiencia casi mística, pero últimamente me persigue ese pensamiento de tener que permanecer un tiempo en la oscuridad para poder ver la claridad. Me atrae la metáfora de San Juan de la Cruz sobre la noche oscura del alma, ese transitar por las tinieblas para poder llegar a la luz. A veces me pregunto si realmente será necesario conocer el sufrimiento, sentir los nubarrones negros de la existencia para alcanzar la dicha, o al menos el equilibrio.
A menudo escucho que, lo que no se consigue con esfuerzo no se valora igual, y es cierto que una buena comida se disfruta más con el hambre del esfuerzo por conseguirla.  Yo creo que, de alguna manera, la evolución nos a condicionado para que sea así, es una especie de herencia ontogenética que tenemos todos los humanos, como un premio que nos da la madre natura por las fatigas pasadas, por cierto, muy difícil de modificar a nivel racional. Todos sabemos o conocemos personas que han padecido una enfermedad grave y al salir de ella, su escala de valores cambia radicalmente, sus vidas se vuelven más plenas y sencillas. Por lo tanto, pienso que es un error evitar el contacto con el sufrimiento, la frustración o el miedo, error por cierto muy común en los padres de hoy que suelen mantener a sus hijos dentro de una burbuja sin darse cuenta del daño que les hacen con esa actitud sobreprotectora. No digo que provocaré o buscaré estas circunstancias sino que no huiré de ellas cuando la vida me las presente en el camino, siendo consciente de que esa situación, como cualquier otra, también pasará y evolutivamente hablando, entiendo que la naturaleza me ha preparado para sacarles un beneficio.
Así que ahora me toca sufrir un poco por esta calurosa, húmeda y larga llanura. Bienvenido sea.

PD. Pensaba en todo esto mientras ¿casualmente? tatareaba la preciosa canción de Triana que dice:

Yo quise subir al cielo para ver,

y bajar hasta el infierno para comprender,

que motivo es, que nos impide ver,

dentro de ti, dentro de mí.

Abre la puerta niña, que el día va a comenzar,

se marchan todos los sueños, 

que pena da despertar,

por la mañana amanece, la vida y una ilusión,

deseos que se retuercen

muy dentro del corazón...

1 comentario:

  1. Conocer nuestros límites no esta mal. Aunque no nos guste muchos de ellos, todas estas vivencias son importantes para ser mas fuertes.

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