Día 35. Martes 08/07/14. Chatillon - Donnas. 32km
Hasta ahora he caminado por la región del Val d'Aosta, donde aún se habla un poco francés debido a su cercanía con la frontera Suiza. Son pueblos situados a las faldas de los Alpes y como podrán comprobar por las fotos, se trata de una región muy fértil, llena de pequeños cultivos de los cuales, la viña es el predominante. Siendo esta una región fronteriza y montañosa, no es de extrañar la gran cantidad de castillos y fortalezas de la edad media que me estoy encontrando, aunque muchos de ellos están más que en ruinas. También quedan vestigios del paso del imperio romano, como el puente que da nombre al pueblo de Pont Sant Martin.El invierno tiene que ser duro aquí porque me comentan que las temperaturas alcanzan los -20°C pero aún así ya se empieza a notar el carácter abierto, cálido y gentil de los Italianos. Sin ir más lejos, anoche me hospedé en una iglesia junto a un chico de Venecia y una vecina nos vio y se ofreció muy amablemente a prepararnos unos ricos y generosos macarrones con pesto y una ensalada, de los que dimos buena cuenta.
Mañana cambio de región, entraré en El Piemonte y con él, poco a poco de nuevo la llanura hará acto de presencia, aunque aún quedan dos jornadas con algo de monte que, como a las cabras, es hacia donde yo suelo tirar.
Día 36 Miércoles 09//07/14 Donnas - Ivrea 28km
Me gusta salir temprano a caminar. Cuando ya es de día pero el astro rey aún no ha decidido salir, cuando ese fresco de la mañana, que anhela ser frío sin conseguirlo, roza mi piel descubierta haciéndome dudar si cubrirla un poco más. Todo ello unido al mágico silencio de la naturaleza a esas horas en las que la vida parece comenzar de nuevo, tienen sobre mí un efecto regenerador que ya quisiera poseer el mejor de los complementos vitamínicos. Y tengo comprobado científicamente en un experimento de caso único como es el mío, que si salgo en ayunas, el efecto revitalizante es aún mayor. Y luego viene la calidez de los primeros rayos de sol, que consiguen que mi piel se erice a través de pequeños y placenteros estremecimientos que recorren al unísono todo mi cuerpo. Y unas dos horas después del primer paso, cuando las sensaciones de vacío en el estómago empiezan a hacerse patentes y pretenden captar toda mi atención, intento buscar un lugar bonito para tomar un desayuno lleno de color y por lo tanto lleno de vida, como el de esta mañana. Barriguita llena, corazón contento, y otra vez a caminar...
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