Día 44. Jueves 17/07/14 Robbio - Garlasco 34km.
Hoy las he pasado canutas. Para empezar me perdí en mitad de unos campos de arroz, donde no había absolutamente nada para reorientarme y estuve alrededor de una hora caminando sin rumbo hasta que encontré una granja y pude situarme. Tenía calculado llegar sobre las 14.00h a un pueblo llamado Tromello, donde la guía decía que había hospedaje en la parroquia pero eran las 15.30h cuando estaba tocando en la puerta del cura. Después de varios timbrazos infructuosos fui a preguntar a una vecina si sabía dónde estaba el párroco, y la señora, como buena italiana, me hizo un gesto con la cara, apretando levemente los labios, abriendo los ojos y enarcando las cejas, que a todas luces quería decir; "¿tu lo has visto?. Pues yo, tampoco." Así que no me quedó más remedio que continuar, con el sol aprentado de lo lindo, hasta el siguiente pueblo que estaba a unos 7 km de distancia. Afortunadamente, la asociación de la vía fracígena en la provincia de Pavía tiene aquí un alojamiento digno en el que espero dormir a pierna suelta, después de cenar una buena pizza vegetariana.
No suelo generalizar ni hablar en términos de todo o nada, pero hoy lo voy a hacer para ilustrar un poco mejor las diferencias que yo he percibido entre Italia y Francia. En la Francia que yo he conocido, los núcleos urbanos están dispersos, no suele haber una plaza como centro de donde se distribuyan las calles. Apenas se ve gente en la calle por el simple hecho de estar en la calle y el silecio forma parte del paisaje. En Italia los pueblos se parecen a los de España, con el ayuntamiento o la iglesia como núcleo central de donde se distribuyen las calles y las casas pegadas unas a otras. Las calles están llenas de personas sentadas en las puertas de sus casas o en la puerta de los bares y el ajetreo, el saludo, el claxon y el griterio de los niños las llenan de ruido. En Italia me saludan, me paran para preguntarme y yo noto a las personas más extrovertidas, alegres y sociales que en Francia.
Día 45. Viernes 18/07/14. Garlasco - Pavía. 25km.
Pavía es una ciudad mediana y acogedora, con edificios de no más de cinco plantas y un casco urbano peatonal bastante extenso. Pequeños comercios inundan sus estrechas calles empedradas llenas de gente, de bullicio, de vida. Pasear por aquí me ha supuesto un ejercicio de atención continua a todos los estímulos, desde apetitosos olores a pizza, a tiendas de todo tipo, pasando por construcciones impresionantes como la catedral o el puente, por no hablar de las innumerables plazas y sus respectivas terrazas donde, a buen seguro que mi querida Desi no hubiese dejado escapar una cervecita bien fría. La ciudad es atravesada por el río Ticino, afluente del famoso río Po sólo unos kilómetros más adelante y a cuyas orillas he pasado buena parte de la tarde leyendo y descansando. Esta noche me quedo en casa de una familia, aunque me ha recibido sólo un "chaval" de mi edad más o menos porque su mujer e hija están pasando unos días en la playa. Hemos conversado agradablemente y cenado unos espaguetis tan sencillos como deliciosos, sólo con tomate fresco triturado, aceite de oliva, ajo, albahaca y un poco de grana padano rallado. Sigo maravillado con las familias que acogen pelegrinos en su casa, tienen todo mi respeto y admiración.
qué rica esa pizza!! por aquí calor cito y baños en el pantano con el intrépico lacasito, buen viaje sergio, besitos
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