miércoles, 30 de julio de 2014

El autobús.

Día 57. Miércoles 30/07/14. Masa - Valpromaro. 31km.

Esta mañana estuve a punto de ceder ante la mayor tentación de un peregrino, el autobús. Llovía lo suficiente como para que la carretera por la que transitaba yo y cientos de coches, estuviera bien mojada y repleta de charcos. Temía que pasara un camión y me salpicara, pero no fue un camión el que lo hizo sino el coche de moda en Italia, un Fiat 500, del mismo color y todo que el de mi cuñada Haridian. Me enchumbó hasta las orejas, y en ese momento dije: "basta, hasta aquí puedo leer" y busqué una parada de bus. Pero la providencia quiso que faltaran dos horas para que pasara el siguiente y como la espera y yo no somos buenos amigos, decidí seguir a la búsqueda de nuevas sensaciones en forma de spa al aire libre y gratuito. Pero ese nuevo momentazo nunca llegó porque poco después dejó de llover y el camino se desvió amablemente de la carretera para introducirse en la montaña.
Y de esta manera pongo pies tierra adentro y me alejo del mediterráneo, por lo que tendré que volver a Italia si quiero darme un baño en sus costas porque esta vez las inclemencias del tiempo, tanto el cronológico como el meteorológico, me lo han  impedido.

Observando...

ÛDía 55. Lunes 28/07/14 Ulla - Sarzana 17km
Hoy llegué pronto a Sarzana, pues era sólo la una del mediodía cuando estaba tocando en la puerta de la parroquia San Francesco d'Assisi. Después de una merecida siesta me fui a dar un paseo por esta bonita ciudad de La Toscana donde, en las calles peatonales de su rico casco antiguo, abundan los palacetes del siglo XV al XVIII y la ciudad bulle alrededor de sus concurridas plazas, cafeterías y comercios. En una de estas pequeñas plazas me senté en la terraza de una heladería a tomarme un helado de chocolate negro y menta, mientras observaba placidamente la vida pasar...
En una esquina, dos chicas adolescentes sentadas en un banco de madera, charlaban y reían de esa forma bobalicona y desganada que sólo los quinceañeros saben hacer, mientras miraban una y otra vez su móvil de última generación y se agitaban inquietas ante el ímpetu irrefrenable de sus jóvenes vidas. Al otro lado, en la terraza de un bar, dos señores de avanzada edad jugaban concentrados una partida de ajedrez, profesionalmente equipados con su reloj, que pulsaban una y otra vez después de cada movimiento. A mi izquierda, se sentó una señora que rondaba los sesenta a tomarse un helado de nutella, era alta, guapa y delgada e iba vestida de una forma juvenil, con pantalón y botas militares, como intentando disimular lo inevitable. Estaba saboreando las últimas cucharadas de mi delicioso after eight particular cuando una rubia exuberante de pechos operados, hizo su presencia por una de las calles que desembocaban en la plaza. Caminaba con aire seguro y con esa mirada altiva que poseen las personas que se saben observadas, pues hasta los avezados ajedrecistas levantaron cautelosamente la vista del tablero, para echar una ojeada socarrona. Y una leve sonrisa, junto a un gesto de ligero asombro, se dibujaba en sus caras mientras volvían a lo suyo. Me marché tras la última e irremediable cucharada, consciente de que, en distintas plazas de diferentes lugares, otras personas habrían estado haciendo lo mismo que yo, simplemente contemplar la vida.

Día 56. Martes 29/07/14  Sarzana - Massa 25km
Mi gozo en un pozo. Tenía verdadera ilusión por darme un baño en la costa mediterranea de La Liguria, pero se ha vuelto a levantar un día lluvioso y me temo que me tendré que conformar, al menos por hoy, con el agua de la lluvia. A la frustración del baño se le une otra, y es que, en esta zona hay cientos de miles, millones de higueras repletas de higos...pero verdes, aunque esta última frustración la compenso con una sobredosis de moras.
Las nubes también me han impedido ver bien las famosas montañas de mármol de Carrara del parque de los Alpes Aduane que, según dicen las guías, son preciosas. De hecho, hace unos días, mientras descansaba y comía unos frutos secos, se me acercó un anciano y me dijo una frase muy recurrente y típica de esas edades: "en mis 81 años de vida, jamás he visto un verano tan lluvioso como éste" y yo pensé: "¡manda huevos elegir el verano mas lluvioso de los últimos 81 años para patearme el país!"

domingo, 27 de julio de 2014

Niebla en los Apeninos.

Día 53. Sábado 26/07/14  Berceto - Pontremoli 24km.
Me desperté esta mañana deseando que la impresionante tormenta de anoche hubiera amainado algo. Y así fue, el día se levantaba fresco y nublado pero sin rastro de inclemencias meteorológicas demasiado adversas, salvo el de los caminos a veces impracticables debido al barro, que aún así no empañaron la magia y el embrujo de estos bosques, sorprendentemente poblados por la niebla en pleno mes de julio. A través del paso de la Cisa, de 1134m, he abandonado la región de Emilia Romagna para introducirme en la famosa región de La Toscana. Ha sido un pateo precioso, pasando por pequeñas aldeas y caminos cubiertos de naturaleza que, por momentos me trasladaban a Galicia. Serían las doce cuando me paré a comer algo en mitad de un pequeño puente romano y mientras lo hacía, me preguntaba por la cantidad de gente que habría pisado esas mismas piedras desgastadas, que durante muchos siglos han servido de paso a miles de personas y animales, cada uno en su lucha diaria...Más tarde, iba a paso lento por una preciosa vereda cubierta de naturaleza cuando me paré, cerré los ojos y durante uno o dos minutos me dediqué a escuchar. Y fue embriagador sentir el leve sonido que producía la llovizna sobre las hojas de los árboles que hacían de paraguas natural, convirtiéndose en unos instantes llenos de belleza y armonia. Por cierto, de nuevo he vuelto a ver jabalíes, pero esta vez no me han asustado porque estaban lejos y caminanban en dirección diferente a la mía. También he visto unos ciervos que se volvieron locos a correr cuando se dieron cuenta de mi presencia, como si los persiguiera el tigre que sale en los documentales de la 2. Lástima que la niebla me impidiera disfrutar, durante gran parte del recorrido, de las vistas panorámicas de los apeninos y lástima que en la última hora y media de trayecto, me cayera una tromba de agua que hizo que llegara chorreando al monasterio de los Capuccinos de Pontremoli, donde me han dado refugio por esta noche.

A Desi.

Día 54. Domingo 27/07/14. Pontremoli - Ulla
Hoy, ante la presencia de un día más otoñal que veraniego, me ha atrapado la sensación de nostalgia. Nostalgia de tu cuerpo, de tus abrazos, de tus besos, de tu sonrisa. Nostalgia de nuestras conversaciones en torno a una comida hecha con amor y una botella de buen vino. Nostalgia de nuestro tiempo compartido, de ti. De tu rico e interesante interior y de tu enérgico y bello exterior, con esos ojos verde azulados que nunca dejan de sorprenderme y jamás me canso de admirar. Lo más duro de esta aventura es tu ausencia y lo más excitante, mi anhelo de un reencuentro que será aún mas rico que antes, porque el tiempo y la distancia han confirmado y aumentado el deseo de compartir lo que me quede de vida con la persona que más quiero, contigo.

Monasterio Zen

Día 50. Miércoles 23/07/14. Fidenza - Fornovo 30km
Iluso de mí, que pensé que una vez en Italia, me encontraría con más peregrinos en el camino o al menos en los albergues. Para mí no supone ningún trauma puesto que, aunque tenemos nuestras diferencias, por ahora me sigo llevando bien conmigo mismo y la sociabilidad continúa sin ser uno de mis fuertes. Hoy me encuentro flojo...

Día 51 Jueves 24/07/14 Fornovo- Bercetto 31km
Me faltaban pocos km para llegar a Bercetto e iba pensando en lo cansado que me había encontrado los últimos dos días cuando vi un cartel que indicaba "Monasterio Zen Sanbo ji" en dirección a un camino que se desviaba de la vía Francigena. Aún así decidí recorrer los seis kilómetros que lo separaban de mi camino para preguntar si me dejaban descansar un par de días y, de paso, conocer cómo es la vida de un monje Zen. El monasterio se halla en mitad de la naturaleza, en unos montes llamados Apeninos, bastante retirado de cualquier núcleo urbano. Nada más llegar me encontré con una grata sorpresa llamada Fernando, un granadino del barrio del Zaidín, de habla pausada y buen trato, que desde hace unos cuantos años decidió retirarse a este lugar recóndito en busca de paz. Me dijo que me podía quedar sólo un día porque tienen un curso este fin de semana y vendrá mucha gente. Si tuviera que describir con unas pocas palabras la forma de vida aquí, éstas podrían ser: espiritualidad, silencio, orden, sencillez, armonía y limpieza. El lugar, que además transmite calma y serenidad por los cuatro costados, es idóneo para hacer un descanso, meditar y reponer energía para continuar con este duro camino que en los últimos dos días se me ha hecho un poco cuesta arriba física y psicológicamente. El cansancio comienza a hacer mella y a nivel mental surgen dudas y preguntas sobre el sentido de esta aventura que no tienen una contestación clara. He podido percibir de una forma nítida la relación mente-cuerpo puesto que ha sido fallarme el físico un par de días y mi mente se ha aturdido, ha perdido claridad y mis pensamientos se han vuelto más negativos y disconformes con la realidad. O quizá haya sido al revés o una interacción de ambas, el caso es que el monasterio me vino que ni pintado. Buen trato, buena comida, buen descanso y buena meditación han sido suficientes para el reequilibrio, sin olvidarme de la belleza exuberante de los montes apeninos que me han devuelto parte de la ilusión robada por el asfalto.
Gracias Fernando por tu hospitalidad, te añado a mi lista...

Día 52. Viernes 25/07/14  Descanso en Sanbo ji.

martes, 22 de julio de 2014

Cruzando el Po.

Día 47.  Domingo 20/07/14 Santa Cristina - Calendasco 22km.
Anoche me invitaron a cenar. Me hospedé en una parroquia y tuve la suerte de que un grupo de adolescentes de catorce o quince años, celebraran el fin de dos semanas de convivencias que había organizado el cura, que esta vez sí estaba presente y además era muy simpático y extrovertido, rasgos éstos poco habituales y muy de agradecer en un sacerdote. Montaron un asadero por todo lo alto y para mí, tuvieron la delicadeza de prepararme una ensalada y unas verduras a la parrilla. Luego, me puse tibio a tiramisú y a bizcocho de nutella. Fue curioso observar como, mientras los chicos jugaban a la play station y asaban la carne, las chicas, que estaban aprendiendo español, se sentaron junto a mí y empezaron a bombardearme con preguntas y más preguntas sobre el idioma y las diferentes expresiones que se usan en determinados contextos. Los chicos fanfarroneaban, hablaban entre ellos de fútbol y no se les veía nada interesados en conocer palabras de otro idioma. Se ve que en Italia, las chicas también tienen "inquietudes" diferentes, por no hablar de aptitudes y capacidades...
Hoy he navegado por el río Po a lo largo de dos o tres km, en una pequeña embarcación que hace de taxi a los peregrinos que, a falta de puente, tienen que usar este medio si quieren ahorrarse unos 20km. Además, está documentado que el arzobispo Sigérico, el primero en hacer esta ruta, cruzó el río en barco por esta misma zona, por lo que han sido unos bellos minutos cargados de historia y simbolismo.

No hay bien que por mal no venga...o al revés.

Día 48. Lunes 21/07/14 Calendasco - Fiorenzuola 38km.
Etapa agotadora la del día de hoy, no ya sólo por la cantidad de km que irremediablemente he tenido que hacer debido a la ausencia de albergues, sino porque han sido todos por asfalto y además, la carretera tenía un arcén pequeño y era bastante transitada por lo que el contacto con la naturaleza ha sido sustituido por el desagradable ruido de los coches y camiones que pasaban sin mucho miramiento a escasos metros de mí. He aprovechado para escuchar música, que hacia días que no lo hacía y poco más. Ah, y como premio a mi esfuerzo, esta tarde me tomé un helado de chocolate negro y pistacho que no quería que se acabara nunca, pero irremediablemente llegó ese fatídico momento y no me quedó otra que exclamar: "¡me supo!"

Día 49. Martes 22/07/14. Fiorenzuola- Fidenza 24km.
- Eh! ¿Quieres un café?
Me paro un momento y observo a la persona que se dirige a mí, un hombre de unos 45 años acariciando a un perro en el jardín de su casa.
-  ¿Por qué no?, contesto.
Esas han sido las primeras palabras con Massimo, un profesor de escuela que vive con su perra Layla en una casa de campo, a las afueras de Fidenza. Sentado a la mesa del jardín, me hace saber que soy el segundo español que pasa por allí en muchos años mientras me sirve el café recién hecho junto a unas galletas rellenas de mermelada. Massimo es un hombre menudo, de pelo rubio corto, cuyo rostro refleja bondad y quizá cierta nostalgia. Suele invitar a los peregrinos que pasan por su puerta a hacer un alto en el camino para charlar un poco e interesarse por su historia personal. Me cuenta que le gusta vivir en el campo porque aquí puede observar los cambios de estación y se siente más vivo que en la ciudad, la cual nos ofrece una falsa sensación de estabilidad. Lo percibo muy conectado a la naturaleza, tranquilo y pausado al hablar, afirma curiosamente, que la vida aquí es más intensa y palpable. Al cabo de un rato, una llamada telefónica interrumpe nuestra agradable conversación y posteriormente me pongo en marcha de nuevo, no sin antes escribirle unas palabras de gratitud en una libreta que tiene a tal efecto. Gracias Massimo, te apunto en mi lista de personas a recordar cuando llegue a la plaza de San Pedro, en Roma.
Unas dos horas después, sobre la una del mediodía, me encuentro entrando a Fidenza cuando tropiezo con un señor...
-  ¡Hola! ¿Eres un peregrino?
-  Así es.
Y estas fueron las primeras palabras que crucé con Donetti Giorgio, de 65 años pero con una vitalidad propia de los 30. Poco después, junto a su esposa María Teresa, me invitaban a comer en un restaurante cercano unos penne a la rabiatta. Ambos jubilados ya, habían hecho el trayecto de la vía francigena que va de Siena a Roma hace un mes y aún tienen el bicho del camino en su interior. Sobre todo a él, que desprendía vivacidad por los cuatro costados, la cara se le llenaba de ilusión y de alegría cuando hablábamos de los pormenores del peregrinaje. Por un momento pensó en acompañarme durante unos días aunque, luego de una ojeada a María Teresa, declinó su oferta. No contento con invitarme a comer, se empeñó en llevarme con su coche hasta la puerta del convento de los Hermanos Cappuccini, donde me hospedo esta noche.
Mil gracias a los dos por vuestra gentileza y amabilidad, les añado a la lista.
Así pues, hoy ha sido un día que enmarcaré en mi memoria.

domingo, 20 de julio de 2014

Quitando más peso.

Día.  Sábado 19/07/14 Pavía - Santa Cristina 29km
Esta mañana me volvió a pesar la mochila, y casi de forma impulsiva decidí enviar otro paquete a casa. Una vez pasada la montaña pienso que no necesitaré la ropa de abrigo ni las botas, así que durante el próximo mes caminaré sólo con 4 o 5kg a la espalda y, lo mejor es que ahí está todo lo que necesito para viajar. Una vez efectuado el envío, estaba de nuevo reflexionando sobre las cargas innecesarias y me vino a la mente el siguiente pensamiento: "como sigas así te vas a desprender hasta de ti mismo".  Me pilló desprevenido, no me lo esperaba, de repente sentí un gran vacío y por un momento me asusté, esta idea de desprenderme de mí mismo me perturbó durante unos instantes, ¿que significa eso realmente? Puede que las cargas más pesadas no sólo sean las materiales sino las psicológicas y éstas tienen el inconveniente de ser menos visibles y más escurridizas. Me refiero a la carga del yo, repleto de pequeños miedos y condicionamientos, a la carga de la identificación con mis pensamientos, emociones o comportamientos, que me hacen vagar cual marioneta arrastrada por el viento que mejor o peor sopla. Me gustaría emprender el camino que me lleve a desapegarme de mí mismo, a no necesitarme, a aprender a vivir si mí, y esta mañana lo vi muy claro, pero temo perderme. ¿Cómo se hace eso?  Quizá necesite a alguien que ya haya hecho ese recorrido para que me guíe pero mientras lo encuentro voy a tomarme en serio aquel aforismo de Sócrates que dice:" Conócete a ti mismo" porque creo que ahí puede estar una de las claves. Y para conocerme, tengo que observarme como lo haría un científico, prestándome una atención de calidad, y no me refiero con esto a una atención ensimismante, egoísta, en la que me convierta en el centro de todo el universo, sino todo lo contrario. Me refiero a una atención desapegada, objetiva, sin crítica o juicio porque así podré conocer y comprender mejor mis pautas de comportamiento y mis estructuras emocionales y de pensamiento. Y puede que, a través de este bonito reto logre algún día quitarme importancia y desprenderme hasta de mí mismo y todo ello sería fantástico hacerlo desde el amor más auténtico hacia todas las formas de vida, incluida la mía.
Creo que si este viaje tiene un leit motiv, bien puede ser éste y lo encontré esta mañana, curiosamente mientras caminaba en un campo de maíz, sin sombras donde resguardarme del pletórico sol, ni brisa que atenuara el afixiante calor, en una situación proclive a una de las expresiones canarias que mi apreciado suegro, Don Francisco Tacoronte, a buen seguro, hubiera exclamado: "¡ñoss, que calor, aquí no se mueve ni un pajullo!".

viernes, 18 de julio de 2014

¿Dónde está el cura?

Día 44. Jueves 17/07/14 Robbio - Garlasco 34km.
Hoy las he pasado canutas. Para empezar me perdí en mitad de unos campos de arroz, donde no había absolutamente nada para reorientarme y estuve alrededor de una hora caminando sin rumbo hasta que encontré una granja y pude situarme. Tenía calculado llegar sobre las 14.00h a un pueblo llamado Tromello, donde la guía decía que había hospedaje en la parroquia pero eran las 15.30h cuando estaba tocando en la puerta del cura.  Después de varios timbrazos infructuosos fui a preguntar a una vecina si sabía dónde estaba el párroco, y la señora, como buena italiana, me hizo un gesto con la cara, apretando levemente los labios, abriendo los ojos y enarcando las cejas, que a todas luces quería decir; "¿tu lo has visto?. Pues yo, tampoco." Así que no me quedó más remedio que continuar, con el sol aprentado de lo lindo, hasta el siguiente pueblo que estaba a unos 7 km de distancia. Afortunadamente, la asociación de la vía fracígena en la provincia de Pavía tiene aquí un alojamiento digno en el que espero dormir a pierna suelta, después de cenar una buena pizza vegetariana.
No suelo generalizar ni hablar en términos de todo o nada, pero hoy lo voy a hacer para ilustrar un poco mejor las diferencias que yo he percibido entre Italia y Francia. En la Francia que yo he conocido, los núcleos urbanos están dispersos, no suele haber una plaza como centro de donde se distribuyan las calles. Apenas se ve gente en la calle por el simple hecho de estar en la calle y el silecio forma parte del paisaje. En Italia los pueblos se parecen a los de España, con el ayuntamiento o la iglesia como núcleo central de donde se distribuyen las calles y las casas pegadas unas a otras. Las calles están llenas de personas sentadas en las puertas de sus casas o en la puerta de los bares y el ajetreo, el saludo, el claxon y el griterio de los niños las llenan de ruido. En Italia me saludan, me paran para preguntarme y yo noto a las personas más extrovertidas, alegres y sociales que en Francia.

Día 45. Viernes 18/07/14. Garlasco - Pavía. 25km.
Pavía es una ciudad mediana y acogedora, con edificios de no más de cinco plantas y un casco urbano peatonal bastante extenso. Pequeños comercios inundan sus estrechas calles empedradas llenas de gente, de bullicio, de vida. Pasear por aquí me ha supuesto un ejercicio de atención continua a todos los estímulos, desde apetitosos olores a pizza, a tiendas de todo tipo, pasando por construcciones impresionantes como la catedral o el puente, por no hablar de las innumerables plazas y sus respectivas terrazas donde, a buen seguro que mi querida Desi no hubiese dejado escapar una cervecita bien fría. La ciudad es atravesada por el río Ticino, afluente del famoso río Po sólo unos kilómetros más adelante y a cuyas orillas he pasado buena parte de la tarde leyendo y descansando. Esta noche me quedo en casa de una familia, aunque me ha recibido sólo un "chaval" de mi edad más o menos porque su mujer e hija están pasando unos días en la playa. Hemos conversado agradablemente y cenado unos espaguetis tan sencillos como deliciosos, sólo con tomate fresco triturado, aceite de oliva, ajo, albahaca y un poco de grana padano rallado. Sigo maravillado con las familias que acogen pelegrinos en su casa, tienen todo mi respeto y admiración.

miércoles, 16 de julio de 2014

Luces y sombras.

Día 43. Miércoles 16/07/14. Vercelli - Robbio 21km.

Echo de menos la montaña, los parajes tocados por la mano humana pierden esa magia, esa belleza natural que poseen los paisajes salvajes, por los que me he dado cuenta que siento una gran atracción. Allí me conecto con la vida de un modo diferente, más auténtico, es como si la naturaleza me envolviera de tal manera que llego a sentirme más que una parte de ella, una especie de unión indiferenciada, donde mis límites se confunden y puedo llegar a sentirme el todo. Y no sé si tuve que bajar al infierno de la llanura francesa para poder subir al cielo de los Alpes suizos, donde me ocurrió una experiencia casi mística, pero últimamente me persigue ese pensamiento de tener que permanecer un tiempo en la oscuridad para poder ver la claridad. Me atrae la metáfora de San Juan de la Cruz sobre la noche oscura del alma, ese transitar por las tinieblas para poder llegar a la luz. A veces me pregunto si realmente será necesario conocer el sufrimiento, sentir los nubarrones negros de la existencia para alcanzar la dicha, o al menos el equilibrio.
A menudo escucho que, lo que no se consigue con esfuerzo no se valora igual, y es cierto que una buena comida se disfruta más con el hambre del esfuerzo por conseguirla.  Yo creo que, de alguna manera, la evolución nos a condicionado para que sea así, es una especie de herencia ontogenética que tenemos todos los humanos, como un premio que nos da la madre natura por las fatigas pasadas, por cierto, muy difícil de modificar a nivel racional. Todos sabemos o conocemos personas que han padecido una enfermedad grave y al salir de ella, su escala de valores cambia radicalmente, sus vidas se vuelven más plenas y sencillas. Por lo tanto, pienso que es un error evitar el contacto con el sufrimiento, la frustración o el miedo, error por cierto muy común en los padres de hoy que suelen mantener a sus hijos dentro de una burbuja sin darse cuenta del daño que les hacen con esa actitud sobreprotectora. No digo que provocaré o buscaré estas circunstancias sino que no huiré de ellas cuando la vida me las presente en el camino, siendo consciente de que esa situación, como cualquier otra, también pasará y evolutivamente hablando, entiendo que la naturaleza me ha preparado para sacarles un beneficio.
Así que ahora me toca sufrir un poco por esta calurosa, húmeda y larga llanura. Bienvenido sea.

PD. Pensaba en todo esto mientras ¿casualmente? tatareaba la preciosa canción de Triana que dice:

Yo quise subir al cielo para ver,

y bajar hasta el infierno para comprender,

que motivo es, que nos impide ver,

dentro de ti, dentro de mí.

Abre la puerta niña, que el día va a comenzar,

se marchan todos los sueños, 

que pena da despertar,

por la mañana amanece, la vida y una ilusión,

deseos que se retuercen

muy dentro del corazón...

La sandía.

Día 42. Martes 15/07/14 Santhiá - Vercelli. 28km.
Vuelve la llanura, y con ella la carretera, la monotonía y el calor. Ahora es el arroz el cereal predominante y de sus estancadas aguas salen mosquitos asesinos mezclados con pitbull, que hacen caso omiso al olor del repelente e incluso me pican por encima de la ropa.
Eran aproximadamente las tres de la tarde cuando estaba a punto de entrar a Vercelli a través de una carretera secundaria. Hacía un calor húmedo, pegajoso y, verdaderamente tenía ganas de llegar al monasterio donde me alojaría hoy. En eso que veo un pequeño camión aparcado en la orilla de la carretera con dos chicos jóvenes vendiendo fruta y uno de ellos me hace un ademán con la mano para que me acerque. Cuando llego a su lado me ofrecen un trozo de sandía partida de un modo caótico y empezamos a charlar, les cuento por encima mi aventura pero ellos estaban interesados en otra cosa. No paraban de moverse de un lado para otro, parecían inquietos y hacían bastantes muecas con la boca, no tardaron en sacar a relucir lo único que rondaba sus cabezas, la cocaína. Me preguntaron si llevaba, si quería, si se consumía mucho en España y al precio que se vendía. Por momentos se quedaban mirándome fijamente, pareciera que estaban ausentes y yo no quería ni imaginar lo que se les pasaba por la cabeza. Durante unos segundos llegué a sentir miedo y hasta pensé que podrían robarme, así que me dije; "Sergito, estas tardando más de la cuenta en salir de aquí" por lo que aceleré la ingesta de sandía y rápidamente quise despedirme . Ellos no tenían ninguna prisa y me bombardeaban a preguntas sobre la droga y la vida en España, que apenas si me daba tiempo a responder. Antes de marcharme me pidieron el número de teléfono, me dijeron que para tener un contacto en España por si algún día hacían negocios por allí. ¡Deseando estoy que me llamen...! " Cree el ladrón que todos son de su condición".
Me arrepentí de no haberles sacado una foto de recuerdo, pero mi horno no estaba para esos bollos y tampoco quise sacar la tablet por si las moscas...

martes, 15 de julio de 2014

Segundo tiempo.

Día 40. Domingo 13/07/14 Ivrea - Cavagliá 22km
El reencuentro con el camino me ha producido unas sensaciones extrañas. Ha sido como los primeros minutos después del descanso de un partido de fútbol, al principio me ha costado conectar y las piernas estaban un tanto frías y agarrotadas , pero poco a poco he ido entrando en el juego y todo ha vuelto a fluir. Considerando que llevo cierta ventaja en el marcador, que la primera parte fue muy intensa física y psicológicamente, y que esto es Italia, voy a optar por la estrategia de replegar filas. De esta manera, protegeré mi puerta, haré pocos kilómetros al día, y contemplaré a mi adversario. Como el calor está apretando y aún queda mucho partido, caminaré de buena mañana y a la hora de la cañita (sin alcohol), estaré protegido bajo la sombra de cualquier bar.
Hoy me llevé una alegría súbita, repentina, casi irracional cuando llegué al hospicio. Justo en frente se encontraba un hermoso cartel de madera cuyas letras, contorneadas de una manera curiosa, formaban dos palabras mágicas: "Gelateria Artesanale". El cucurucho (que palabra tan bonita,¿verdad?) pronto albergó dos sabores, el de melocotón, que estaba bueno y el de higo, que era una verdadera creación divina cuando se derretía en mi boca.

Aquellos "maravillosos" veranos.

Día 41. Lunes 14/07/14 Cavagliá - Santhiá 11km.
Esta mañana decidí caminar a paso lento y desayunar la fruta que hallara en mi camino. Lo primero que me encontré fue una higuera con hermosos higos aunque no muy maduros aún, no había acabado con ellos cuando una zarza llena de moras negras y hermosas salió a mi paso. Poco después un ciruelo a pocos metros del camino llamó mi atención, sus ciruelas eran amarillas y de un tamaño mediano, pero entre él y yo se encontraba una acequia grande e infranqueable. Aun así pude alcanzar de una rama que sobresalía dos ciruelas bien maduras y dulces, que me dejaron con ganas de más y sin poder consolarme, como la fábula del zorro y las uvas, con aquello de:" bah, están verdes". Después seguí encontrando más moras y terminé cogiendo prestado de un huerto un tomate de color rojo intenso cuyo sabor a tomate de verdad me trasladó a los copiosos desayunos en el cortijo de Las Catifas, lugar donde pasé los veranos de mi juventud trabajando duro en el campo con mi familia. Y este recuerdo me llevó a la reflexión sobre la influencia que tuvieron aquellos intensos veranos en mi vida. Desde que tuve capacidad física y hasta los 19 años que salí de casa, todos los veranos los pasé trabajando en el campo. Recuerdo levantarme a diario a las 06.00h y no volver hasta bien entrada la tarde. Eso si, lucía un moreno envidiable y bromeaba con mis amigos sobre lo bien que me lo pasaba en "la playa de las catifas". No dormía mucho, ya que no renunciaba a salir un rato por las noches con los colegas y reconozco que más de una vez, la noche pasaba tan rápido que se unía de inmediato a la mañana. Mi padre nunca me prohibió salir hasta la hora que yo quisiese pero tampoco permitía una ausencia injustificada al cortijo. La palma de oro al mejor verano se lo llevó el del 1992 cuando, con 16 años y junto a mis amigos Yuse y Capu, decidimos abrir La Roca. Era un chiringuito de verano que compaginaba con mis obligaciones campestres y en el que nos lo pasamos genial, ganamos mucho dinero y no ahorramos un duro.  Aprendí a valorar el esfuerzo, la honradez y la seriedad en el trabajo, y lo hice sencillamente mirando el ejemplo que me ofrecían mis padres, que parecían infatigables y nunca les vi rehusar de sus tareas. Pasé frío, calor, sueño y cansancio, tuve mil ampollas en las manos y pronto supe que las cosas no vienen por sí solas. Estas experiencias, junto con el hecho de pasar gran parte de mi adolescente tiempo rodeado de personas mayores y del campo, acentuaron un carácter ya de por sí sumiso, inhibido y voluntarioso. Me hice metódico, austero,  responsable y me refugié en la seguridad de la constancia. Posteriormente, estos valores me ayudarían en mi vida personal y profesional, ya que no teniendo una gran capacidad de aprendizaje ni de memorización conseguí aprobar unas oposiciones y una carrera universitaria de las que me siento relativamente orgulloso. Reconozco que me hubiera gustado pasar unos veranos más acordes con mi edad y haber ido a la playa con mis amigos ( la primera vez que vi el mar tenia 20 años) o a campamentos y cosas de esas. Sin embargo, hoy en día estoy contento con quien soy y, en parte se lo debo a esos intensos veranos.
Madre mía, lo que ha dado de sí el dichoso tomate...
PD. Hoy me acordé de mi Lola al ver a estos salchichas desgañitándose a mi paso por su puerta.

Reposo absoluto.

Día 37,38 y 39. Jueves 10, viernes 11 y sábado 12/07/14. Vigonne 0 km

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid he decidido tomarme tres días de descanso en un piccolo pueblo del Piemonte llamado Vigonne. Es aquí donde vive mi amigo Lorenzo y en su casa he encontrado el lugar idóneo para descansar y reponer fuerzas. Es extraño llegar a un lugar desconocido y sentirse como en casa pero es lo que me ha sucedido a mí en estos tres días. El trato, la hospitalidad y el cariño recibido han sido tales, que me llevo un gratísimo recuerdo de este lugar. Me he emocionado al volver a compartir mesa y charlas peregrinas con viejos conocidos del camino del norte, como Franco y Luisa, que también viven por estas tierras.
Además, no he sido consciente de lo cansado que estaba hasta que no he parado y ha sido entonces cuando me he dado cuenta que el cuerpo me pesaba, que mi mente estaba en un estado de somnolencia durante buena parte del día y que realmente necesitaba este descanso.
Y, ¿qué decir de la comida? Pues que es fantástica, conocer la verdadera cocina italiana ha sido y está siendo todo un placer para mí. Al igual que en España, usan bastantes productos frescos e hierbas aromáticas que suelen cocinar de una manera sencilla y sana. No me canso de comer pasta, gnocci, pizza, verduras asadas...y por supuesto, la fama que tiene el helado artesanal italiano es, a mi entender, totalmente merecida. Hoy probé uno de chocolate negro y menta que casi me quita el sentido por la textura untuosa y la delicadeza del sabor.
Me gustan las despedidas, porque son momentos vivos, llenos de emoción, de buenos deseos y proyectos de reencuentro. Arriverderci Lorenzo, gracias por tu hospitalidad y nos vemos en Gran Canaria.

miércoles, 9 de julio de 2014

De lleno en Italia.

Día 35. Martes 08/07/14. Chatillon - Donnas. 32km
Hasta ahora he caminado por la región del Val d'Aosta, donde aún se habla un poco francés debido a su cercanía con la frontera Suiza. Son pueblos situados a las faldas de los Alpes y como podrán comprobar por las fotos, se trata de una región muy fértil, llena de pequeños cultivos de los cuales, la viña es el predominante. Siendo esta una región fronteriza y montañosa, no es de extrañar la gran cantidad de castillos y fortalezas de la edad media que me estoy encontrando, aunque muchos de ellos están más que en ruinas. También quedan vestigios del paso del imperio romano, como el puente que da nombre al pueblo de Pont Sant Martin.El invierno tiene que ser duro aquí porque me comentan que las temperaturas alcanzan los -20°C pero aún así ya se empieza a notar el carácter abierto, cálido y gentil de los Italianos. Sin ir más lejos, anoche me hospedé en una iglesia junto a un chico de Venecia y una vecina nos vio y se ofreció muy amablemente a prepararnos unos ricos y generosos macarrones con pesto y una ensalada, de los que dimos buena cuenta.
Mañana cambio de región, entraré en El Piemonte y con él, poco a poco de nuevo la llanura hará acto de presencia, aunque aún quedan dos jornadas con algo de monte que, como a las cabras, es hacia donde yo suelo tirar.

Día 36 Miércoles 09//07/14 Donnas - Ivrea 28km

Me gusta salir temprano a caminar. Cuando ya es de día pero el astro rey aún no ha decidido salir, cuando ese fresco de la mañana, que anhela ser frío sin conseguirlo, roza mi piel descubierta haciéndome dudar si cubrirla un poco más. Todo ello unido al mágico silencio de la naturaleza a esas horas en las que la vida parece comenzar de nuevo, tienen sobre mí un efecto regenerador que ya quisiera poseer el mejor de los complementos vitamínicos. Y tengo comprobado científicamente en un experimento de caso único como es el mío, que si salgo en ayunas, el efecto revitalizante es aún mayor. Y luego viene la calidez de los primeros rayos de sol, que consiguen que mi piel se erice a través de pequeños y placenteros estremecimientos que recorren al unísono todo mi cuerpo. Y unas dos horas después del primer paso, cuando las sensaciones de vacío en el estómago empiezan a hacerse patentes y pretenden captar toda mi atención, intento buscar un lugar bonito para tomar un desayuno lleno de color y por lo tanto lleno de vida, como el de esta mañana. Barriguita llena, corazón contento, y otra vez a caminar...