Día 6 lunes 09/06/14 Amettes- Camblain L'abbé. 30km
Esta tarde hay tormenta, pero por suerte ya estoy en lugar seguro. Hoy duermo en la enfermería de un colegio católico que acoge a los peregrinos. Al llegar me atendió el conserje, un señor mayor muy simpático con el que estuve charlando un poco. En un momento dado me preguntó si no me daba miedo ir sólo haciendo la vía y la verdad es que sí, a veces me da un poco de miedo pero creo que los miedos están para enfrentarse a ellos y no para que te paralicen y te impidan cumplir tus sueños. Reconozco que hoy pasé miedo cuando un trueno sonó justo encima de mi cabeza, las nubes eran oscuras e iba por mitad del campo, sin ningún sitio donde guarecerme. Noté como el corazón se encogía y la respiración dejó de ser pausada y profunda para volverse agitada y superficial, era miedo. En ese momento mi mente me trajo a la consciencia un suceso que le aconteció a mi madre y que ella me contó una vez: era ella joven y estaba trabajando en el campo con una cuadrilla de personas cuando se produjo una gran tormenta y apenas les dió tiempo a salir corriendo para protejerse. En un momento dado era tal la cantidad de agua que caía que se vio arrastrada por ella y, si no llega a ser por la mano salvadora de un compañero que iba detrás, probablemente no lo hubiera contado. Desde ese día le tiene pánico a las tormentas, prueba de la potencia que puede tener una memoria traumática. Además, casi a diario mi mente conoce situaciones espeluznantes, aunque menos mal que ninguna se ha hecho realidad. Desde que un grupo de chavales me atraca y me dan una paliza, hasta que una secta satánica me secuestra y me torturan durante días como parte de algún rito u ofrenda. Total, que si le hiciera caso a mi mente, no saldría de mi casa.
Antes de ayer me pasó algo que quiero exponer aquí a modo de reflexión. Cuando estaba cenando en la abadía con el grupo de religiosos cristianos, uno de ellos me preguntó que si yo era católico. Y, ante la mirada espectante de los demás, no supe decir que no, que no profeso ninguna religión, aunque ética y moralmente comparta muchos de los principios por los que se rigen las religiones. En el mismo momento en que contestaba que sí, me sentí traicionado por mí mismo. Una vez leí que cuando una persona deja de ser ella misma para convertirse en lo que los demás esperan de ella, en ese mismo momento comienza a enfermar psicológicamente y a cargar con un gran peso. Y algo parecido me pasó a mi, dejé de lado mis ideas, mis valores y dije lo que los demás esperaban que dijera, engañándoles a ellos y traicionándome a mí mismo. Sólo quiero tomar conciencia de este hecho, apenas intranscente e insignificante para intentar que no me vuelva a suceder, dentro de mis capacidades. He venido a este camino entre otras cosas para aprender a viajar más ligero, no para cargar con más peso.
Día 7. Martes 10/06/14 Camblain L'abbé- Arras 18km.
Día lluvioso y desapacible el de hoy. Andar bajo la lluvia se vuelve un acto mecánico y desagradable para mí , dejo de estar en el camino para irme mentalmente a la habitación de llegada, a la ducha caliente, a las sábanas limpias y secas. Y entonces la ruta deviene más larga aún, curioso ¿verdad?. Basta que una situación no sea de mi agrado para que se eternice en el tiempo y cobre vida la teoría de Einstein sobre la relatividad del mismo. Curioso también que, en la terraza de Las Nasas, compartiendo luz y mesa con Desi y mis amigos, me suele pasar todo lo contrario...
Estoy sorprendido por los numerosos cementerios militares que me estoy encontrando en esta zona de Francia. Y es que, según he leído, por aquí murieron más de seiscientos mil soldados sólo durante la primera guerra mundial. No deja de conmoverme, mediante un escalofrío de esos que te recorren el cuerpo de arriba abajo el pensar que, en los mismos bosques y parajes por los que yo, tranquila y pausadamente camino escuchando los sonidos de la naturaleza, no hace mucho tiempo las personas caían víctimas de las balas y los cañones. Ojalá que nunca se vuelva a repetir.
Hoy duermo en la ciudad de Arras donde se encuentra el cementerio y la plaza de las fotografías.
Por cierto, desde aquí quiero felicitar a Carmen, mi gran profesora de francés en la escuela de idiomas y posterior amiga, por su empeño en que aprendiera a pronunciar bien este idioma, ya que varias personas aquí me han dicho que lo hablo muy bien. Ahí queda eso!
Me encanta seguirte Sergito. Día a día dedico 10 minutos a leerte y reflexionar sobre tus vivencias. Sigue así. Un abrazo.
ResponderEliminarAlfredo Sosa
Sergio, ya me parecía increíble cuando contabas este proyecto antes de emprenderlo, pero ver como lo llevas a cabo es impresionante! Te admiro como profesional pero más como persona, porque que seas capaz de enfrentarte a tus miedos y además relatarlos sin ningún pudor es lo que te hace grande... Te mando mucha fuerza para esos momentos de soledad que son en los que verdaderamente nos encontramos, ánimo y a seguir con la aventura que aquí te espera tu gente. Un abrazo, Siria.
ResponderEliminarDesde luego, este viaje, que cada vez deja más claro su carácter interior, te hará grande (por dentro, que es lo que importa). Yo lo sigo y lo disfruto, e intento aprender contigo. Además, tus palabras son un placer. No sé si llevabas un escritor escondido, pero yo sí que lo estoy descubriendo. A bien tot (este teclado no tiene los acentos franceses)!
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