Día 23. Jueves 26/06/14. Dampierre sur Salón - Gy. 32km.
No recuerdo la última vez que lloré tanto. No sé por qué extraña razón esta mañana me acordé de mi infancia y mi mente se trasladó directamente a mi querida y entrañable abuela Adela, que hasta el nombre lo tiene bonito. Entonces me asaltaron los recuerdos, algunos ya casi olvidados, de la relación tan estrecha que tuvimos durante mi niñez y que se prolonga hasta hoy día. Así que decidí escribirle una carta y mis lágrimas no cesaron hasta que puse la última letra. Ha sido una vivencia muy intensa, que seguro forma parte de este proceso del que ustedes están siendo testigos y quiero que sigan siendo porque mediante la escritura surgen en mí fuertes emociones desconocidas hasta ahora.
Carta a mi abuela.
Abuela, tu me recuerdas aún, ¿verdad? Soy ese niño que con apenas un año quiso subirse a la cama del abuelo moribundo para jugar con él. Soy ese niño que te cantaba una y mil veces la canción del elefante, mientras tu me hacías sentir una y mil veces que lo hacía como nadie. Soy ese niño con el que jugabas a "pito, pito, gorgorito", con el que rezabas por las noches al niño Jesús antes de dormir: "Jesusito de mi vida, eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón". Soy ese niño que dormía seguro a tu lado, al que protegiste y amaste, pues junto a tí yo me sentía seguro, valorado, aceptado y querido. Y soy ese adulto que se da cuenta de lo importante que fue tu presencia y tu amor para mí. Y ahora se me desgarra el alma al ver como el alzheimer se lleva poco a poco tus recuerdos y con ellos me iré yo. Pero tu no te irás de mí, permanecerás mientras yo viva o tenga memoria para recordar entre otras cosas, tu cara de inmensa alegría al verme entrar por la puerta y tus cuatro o cinco besos seguidos en cada mejilla, tus inmejorable arroz caldoso y tu fuerza y brío para decir las cosas. Y estoy seguro de que, al igual que tu haces ahora conmigo, tu serás de las últimas personas a las que yo olvide y de las primeras que buscaré si hay vida más allá de esta. Te adoro abuela.
Eternamente agradecido, tu nieto Sergio.
P.D. Y apenas llegue a Granada iré a leerte esta carta en persona, sabiendo que, aunque tu memoria quizá ya no me reconozca, tu corazón si lo hará.
Si te reconocerá,eres "su Sergio",y aunque sea por un instante ella recordará todos esos momentos...y se reirá y te dirá...¿cuando vas a venir a comer?siempre ofreciendo todo lo que tiene...aunque ya no lo tenga...hartíca de llorar me tienes hermano!
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