Día 13. Lunes 16/06/14 Reims - Trepail 28km
Una de las jornadas más bonitas que he realizado hasta el momento. Me hallo recorriendo la región de Champagne-Ardenne y hoy, que el cielo estaba azul claro, el sol calentaba sin quemar y el aire corría ligeramente fresco, se crearon las condiciones idóneas para caminar. La salida de Reims ha sido a lo largo de un precioso canal que atraviesa toda la ciudad, después a través de enormes extensiones de viñedos y pequeños bosques he llegado, junto a mis colegas italianos a Trepail, un pueblo de unos cuatrocientos habitantes y 33 productores de champagne. La acogida ha sido lo mejor, una entrañable abuela nos recibe en su casa particular donde por casualidad tiene organizada una comida familiar. Estaban terminando cuando hemos llegado, pero eso no ha sido impedimento para que la señora nos sirviera unos suculentos platos acompañados de champagne casero que, como buenos peregrinos, hemos aceptado de buena gana. Casi tres horas después aún nos encontrábamos comiendo y charlando con la abuela y con distintas personas de la familia que ocasionalmente se acercaban para conocer nuestra historia. Pienso en el corazón tan grande que tiene que tener una persona para acoger todos los días a varios peregrinos en su casa, ofrecerles cama, comida y aseo a cambio de nada, o a lo sumo el donativo que cada uno quiera dejar. Es fantástico observar ejemplos de buena voluntad, de caridad, de ofrecer sin pedir, de dar sin esperar. Para mí, que estoy empezando el proyecto vital de desnutrir poco a poco mi ego, ésta ha sido una verdadera enseñanza, obtenida en primera persona por una abuela francesa de 68 años de edad.
Día 14. Martes 17/06/14 Trapail - Châlons en Champagne. 27km
Sigo el camino a lo largo de un canal por donde navegan los barcos de mercancías o familias haciendo turismo en embarcaciones preparadas para tal efecto. Hoy he presenciado como salvan el desnivel mediante un sistema de esclusas, separadas unos 40m. Cuando el barco quiere pasar el desnivel, se abre la esclusa por donde navega y el espacio intermedio se llena o vacía de agua para nivelarse. El barco entra en ese espacio y se cierra la esclusa que deja atrás para a continuación abrir la otra y que el agua se vuelva a nivelar y el barco pueda seguir su rumbo. Quizá sea lo más apasionante que me haya pasado hoy, una muestra más de que este no es viaje de grandes distracciones ni estímulos excitantes. Sin embargo yo no me aburro, sigo aprendiendo a permanecer atento a lo sencillo y cuando el camino se hace duro, reflexiono sobre temas que me interesan y mi mente se evade. Éste es el caso de la siguiente reflexión.
Es curioso observar como, con el paso de los días y a fuerza de enfrentarme una y otra vez con mis miedos, estos han ido disminuyendo y ya mi mente no se va tanto a sectas satánicas ni adolescentes agresivos. En estos momentos sin embargo, se me hace obligada la reflexión sobre un tema que enlaza con el miedo, que me atrae desde hace algún tiempo y que ahora, a raíz de la lectura del libro "Martes con mi viejo profesor" se me ha hecho más presente. El tema es, la muerte. De hecho, antes de iniciar este viaje estaba trabajando junto a Susi, mi "jefa" en el teléfono de la esperanza, en la realización de un taller para personas en proceso de duelo complicado y que retomaré a mi vuelta con la intención de terminarlo lo antes posible y ponerlo en marcha. Creo que todos sabemos que nos vamos a morir algún día pero también creo que no todos lo tenemos interiorizado, es como si no nos lo creyéramos del todo o como si no fuera con nosotros. Pienso que si realmente tomáramos conciencia de que nos podemos morir en cualquier momento, seríamos, sin duda, mejores personas, menos narcisistas. ¿Cómo es que vivimos como si la muerte no nos importara? "Si aprendes a morir, aprenderás a vivir" dice el protagonista del libro, un profesor de universidad que ha sido diagnosticado de ELA (esclerosis lateral amiotrófica) y le quedan pocos meses de vida. Creo que la verdadera conciencia empieza con la conciencia de la muerte, pero eso supone enfrentarse a un vacío tan grande que nuestra mente lo censura. Es como si lo tuviéramos intelectualizado pero no interiorizado, lo pensamos pero no lo sentimos. Todos hemos tenido la experiencia de salir del cementerio después del entierro de un ser querido diciendo frases como "no somos nadie", estos son pequeños momentos de lucidez que desgraciadamente, y a mí el primero, se nos olvida en pocos días. Lo que pasa es que, mientras estamos vivos, la muerte es algo que sólo le ocurre a los demás, como bien puede deducirse de ese dicho tan canario; "nadie escarmienta en cuero ajeno".
Yo suelo tener un archivo de worl en el ordenador donde voy escribiendo pequeñas frases que se me ocurren a raíz de los libros que leo o de mis experiencias propias y hace unos meses escribía esto; "Me gustaría morir consciente para poder mirar a la muerte a la cara y sonreírle antes de que me atrape."
Esto supondría que he aceptado la muerte y le he perdido el miedo. Y para terminar, dejo esta preciosa frase que decía Líam Neeson en la película "infierno blanco", en la que la muerte es la protagonista;
Una vez más en la lucha,
En la última batalla que conoceré,
Vivir y morir en el mismo día,
vivir y morir en este día."
Espero no cansarles con mis divagaciones...