Día 67. Sábado 09/08/08. Radicofani - Acquapendente. 25km
Anoche me hospedé en un albergue de la confraternidad de San Jacomo e Pietro, donde había tres personas que, de forma voluntaria, pasaban una semana de sus vidas atendiendo a los peregrinos que llegan cansados y hambrientos, ofreciendo alojamiento, cena y desayuno, a cambio de la satisfacción de servir a los demás. En la cena compartía mesa con unas 15 personas, de diferentes edades y procedencias, con diferentes vidas y circunstancias, y me dí cuenta que cada uno tiene una manera diferente de vivir su camino. Unos hablaban de la dureza, otros de la belleza, unos parecían dormidos y otros despiertos, para unos era una penitencia, para otros una oportunidad, unos pareciera que caminaran mirando al suelo donde sólo ven piedras y otros mirando al cielo, viendo el horizonte...
Y esta situación me hizo reflexionar que este camino (y esta vida) me ha ofrecido y me ofrece a diario ciertas circunstancias, y es cierto que unas me gustan más que otras y es cierto que a otras personas su camino les ofrece otras circunstancias diferentes a las mías. Pero para mí, lo que da valor a una persona, no son los vientos a favor o las piedras que la vida les pone delante, sino su actitud ante esa realidad. Por lo tanto creo que, en última instancia, cada uno tiene la capacidad de elegir su actitud ante las circunstancias que la vida le impone, haciéndose cargo de su dicha y de su desdicha últimas. Una vez leí en un libro:
"Sólo le tengo miedo a no ser digno de mi sufrimiento".
Yo también espero seguir viviendo con dignidad el sufrimiento que, inevitablemente y en mayor o menor grado, la vida me pone y me pondrá por delante.
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