domingo, 17 de agosto de 2014

Roma

Día 74. Sábado 16/08/14. La Storta - Roma. 15km.
Volvía a comenzar temprano el día para mí. Por supuesto, la noche no fue buena en lo que respecta al sueño puesto que, inquieto y nervioso me despertaba cada dos por tres esperando que fuera la hora de empezar a caminar junto con Stefano, Luciano y Paola. A las 06.00h tenía ya la mochila a la espalda y ese inquietante cosquilleo en el estómago que se siente como presagio de los momentos importantes. El trayecto no era bonito pero eso no importaba hoy, Roma se podía oler a pocos kilómetros y mis piernas no descansaron hasta llegar al monte Mario, desde donde se puede divisar toda la ciudad, y en especial la cúpula de la Basílica de San Pedro. Ante la visión panorámica de esta ciudad eterna, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, mi destino se situaba a unos pocos metros, mi sueño estaba a punto de realizarse. A mi mente llegaban incesantemente imágenes del viaje, iban y venían a su antojo tanto paisajes como personas, situaciones y momentos específicos que sorprendentemente mi memoria había guardado de una forma extremadamente nítida.
Pero cuando entré por la majestuosa Plaza de San Pedro, se hizo el silencio. Aunque estaba rodeado por cientos de personas, caminaba hacia la Basílica como en una especie de burbuja, hasta que me detuve a escasos metros de la entrada y entonces acudieron a mi mente todos mis seres queridos; no paraba de darle las gracias a Desi, a mi abuela, a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos y hasta a mí mismo. Mi corazón no resistió más y se vino abajo, de rodillas y aún con la mochila puesta, mis lágrimas comenzaron a surgir lentamente, y poco después un llanto incontrolable se apoderó de mí. Cuanto más lloraba más presentes se me hacían todos ellos y cuanto más presentes, con más ímpetu lloraba, creando un circulo vicioso que no se detuvo hasta pasados varios minutos. Una vez que el llanto cesó, me inundó una sensación de paz indescriptible y al levantarme sentí que una parte de mí se quedaba allí, en aquellas piedras, en aquella plaza.
Ya calmado entré en la impresionante Basílica de San Pedro y, tal y como me pidieron y yo les prometí, me acordé y recé una oración (a mi manera) por todas las buenas personas que me ayudaron durante mi largo recorrido.
Y esto supone el final de mi camino, aquí acaba esta aventura y aquí acaba este blog. Mil gracias por seguirme, por leerme, por llevarme en vuestros pensamientos y en vuestros corazones. Ahora más que nunca me encuentro en condiciones de afirmar, sin ningún tipo de duda, que este viaje no habría sido tan enriquecedor sin ustedes. Nos iremos viendo poco a poco...
Un abrazo de todo corazón.
Sergio.

viernes, 15 de agosto de 2014

Mis emociones se contradicen.

Día 73. Viernes 15/08/14 Campagnano dí Roma - La Storta 21km.
A unos pocos pasos de la soñada ciudad de Roma, mis sentimientos se agolpan y se contradicen. Me siento grande y a la vez pequeño, me siento viejo y al mismo tiempo nuevo. La ansiedad del final se enreda con la ilusión de un deseado regreso, la tristeza se mezcla con la alegría y los momentos de fatiga y cansancio acompañan a los de vigor y entusiasmo. Me siento acabado pero con esperanza, quiero viajar sólo pero me encuentro bien en compañía, quiero llegar pero también permanecer, quiero morir para volver a nacer.

El viaje del héroe.

Día 72. Jueves 14/08/14. Sutri - Campagnano dí Roma. 23km
Saciado en parte mi anhelo de búsqueda, este "viaje del héroe" particular llega a su fin. Durante este tiempo se han dado las condiciones oportunas que han posibilitado el establecimiento de un contacto íntimo con mi yo más profundo, teniendo que enfrentarme a algunos dragones internos y descubriendo así mismo algún que otro tesoro oculto. Cuando escribía las primeras lineas de este blog, comentaba que no era un viaje de huida ni de sometimiento, y ahora me reafirmo en aquellas palabras añadiendo que ha sido un viaje de evolución y crecimiento, a veces bajando al infierno, a veces tocando el cielo.
¿Y ahora qué? Ahora me apetece volver a casa.

El campanario.

Día 71. Miércoles 13/08/14  Viterbo - Sutri. 30km
Última etapa larga de este camino, y de nuevo con madrugón incluido para evitar el temido sol de las horas centrales del día. A las 05.00h y con el energético desayuno de un trozo de sandía nos dispusimos a afrontar el trayecto de hoy que, por cierto, tuvo unos kilómetros mágicos a través de un precioso bosque de hayas centenarias, donde nos sorprendieron los primeros rayos de sol. Después, a través de un rodeo a lo largo al Lago di Vico llegamos a Ronciglione y de ahí, por carretera hasta el pequeño y antiguo pueblo de Sutri, donde se encuentra muy bien conservado, uno de los tres únicos anfiteatros del mundo excavado íntegramente en piedra.
Y a falta de albergue con camas disponibles, nos hemos alquilado entre cuatro un apartamento en la misma plaza del pueblo, que tiene la ventaja de tener una situación privilegiada y la desventaja de tener como indeseable vecino al campanario del ayuntamiento, que cada quince minutos me recuerda su continua presencia, haciéndome  pegar un repullo con el estridente sonido de sus campanas. También nos ha permitido disfrutar de una cena casera a base de pasta, en la que hablamos de nuestras experiencias y agradecimos al camino el hecho de reunirnos alrededor de una misma mesa.

Últimos días

Día 70. Martes 12/08/14 Montefiascone - Viterbo. 18 km
Ayer conocí a dos nuevos peregrinos, se trata de Stefano y Luciano, dos amigos que han decidido hacer los últimos 150km de la vía Francigena hasta Roma, donde tenemos previsto llegar juntos para el sábado y hacer una doble celebración, la del adiós a un enriquecedor viaje y la del 50 cumpleaños de Luciano.
Cuando una experiencia tiene un final tan bien definido como ésta, según mi sentir,  deviene más intensa y consciente sobre todo los últimos días, en los que la cercanía de la meta me hace pensar constantemente que este tiempo se acaba. Y así, se convertirá en otra experiencia vital más, que me recuerda que todo pasa, que todo fluye, que todo está sometido a la ley de la transitoriedad. Y esa toma de conciencia espero que me ayude a no quedarme atrapado en el camino, a saber volver a mi vida integrando el aprendizaje que me ha supuesto esta vivencia de una forma pausada y sin sobresaltos.

Un paseo por las nubes.

Día 69. Lunes 11/08/14 Bolsena - Montefiascone. 18km
Un bellisimo recorrido me ha llevado hoy, como si viajara en una nube, de Bolsena a Montefiascone. Ha sido un día corto y plácido, caminando a lo largo de una ladera con vistas al lago. En este sendero, de suaves ascensos y frondosa naturaleza, he tenido una extraña sensación ligereza al caminar, pareciera como si mis piernas flotaran en el aire y la mochila fuera una parte más de mi cuerpo. Quizá fuese el tenue y agradable sonido del agua de un riachuelo, quizá el paso lento y pausado de mis pies, quizá mi respiración consciente y profunda lo que me conectó a esa preciosa sensación de fluir, a ese pensar que todo está en su lugar, a ese convencimiento de que la vida puede ser bella.

lunes, 11 de agosto de 2014

Bolsena

Día 68. Domingo 10/08/14 Acquapendente - Bolsena. 23km.
Hoy decidí empezar mi jornada a las 04.30h, en parte porque había una hermosa luna llena y caminar bajo su mágica luz tiene siempre algo de embriagador y en parte porque quería llegar pronto a Bolsena para disfrutar de su magnifico lago y sus lindas calles.
Serian las 11.00h cuando Paola y yo entrabamos a Bolsena por un camino equivocado y le preguntamos a un hombre por la ubicación del hostal. Enseguida se ofreció a llevarnos en su furgoneta y dada nuestra total desorientación, aceptamos. Me entusiasma conocer personas tan gentiles y simpáticas como Stefano, que no contento con acercarnos a nuestro lugar de pernocta, nos enseñó el pueblo a bordo de su furgoneta, siempre con una contagiosa sonrisa en la cara.
Y hoy se despide del camino la persona que me sacó de mi ensimismamiento y me conectó de nuevo a la sociedad. Después de nueve días compartiendo madrugones,  albergues, comidas, charlas y parte del trayecto, Alessandro se vuelve a su Génova natal. Gracias compañero, me he sentido muy cómodo a tu lado y espero que la vida nos vuelva a encontrar, quizá en Gran Canaria, quizá en Génova o quién sabe si en otro camino...

domingo, 10 de agosto de 2014

Responsabilidad última.

Día 67. Sábado 09/08/08. Radicofani - Acquapendente. 25km

Anoche me hospedé en un albergue de la confraternidad de San Jacomo e Pietro, donde había tres personas que, de forma voluntaria, pasaban una semana de sus vidas atendiendo a los peregrinos que llegan cansados y hambrientos, ofreciendo alojamiento, cena y desayuno, a cambio de la satisfacción de servir a los demás. En la cena compartía mesa con unas 15 personas, de diferentes edades y procedencias, con diferentes vidas y circunstancias, y me dí cuenta que cada uno tiene una manera diferente de vivir su camino. Unos hablaban de la dureza, otros de la belleza, unos parecían dormidos y otros despiertos, para unos era una penitencia, para otros una oportunidad,  unos pareciera que caminaran mirando al suelo donde sólo ven piedras y otros mirando al cielo, viendo el horizonte...
Y esta situación me hizo reflexionar que este camino (y esta vida) me ha ofrecido y me ofrece a diario ciertas circunstancias, y es cierto que unas me gustan más que otras y es cierto que a otras personas su camino les ofrece otras circunstancias diferentes a las mías. Pero para mí, lo que da valor a una persona, no son los vientos a favor o las piedras que la vida les pone delante, sino su actitud ante esa realidad. Por lo tanto creo que, en última instancia, cada uno tiene la capacidad de elegir su actitud ante las circunstancias que la vida le impone, haciéndose cargo de su dicha y de su desdicha últimas. Una vez leí en un libro:
"Sólo le tengo miedo a no ser digno de mi sufrimiento".
Yo también espero seguir viviendo con dignidad el sufrimiento que, inevitablemente y en mayor o menor grado, la vida me pone y me pondrá por delante.

¿Por qué?

Día 66. Viernes 08/08/14 San Quirico - Radicofani. 28 km
¿Por qué aquí las comidas son tan placenteras? ¿Por qué duermo a pierna suelta? ¿Por qué un abrazo me emociona tanto? ¿Por qué no me canso de caminar, de ver paisajes nuevos?
He descubierto que, detrás de la satisfacción de mis necesidades primarias  encuentro los mayores placeres, esos que me vienen dados por el instinto más que por la razón. Así, una comida, por pobre que sea, me es tremendamente placentera si me la como con hambre. Un descanso, por penco que sea el colchón, me sabe a gloria si mi cuerpo está cansado. Un abrazo o una caricia, por breves que sean, colman mi corazón cada vez más necesitado de amor, y nuevos y distantes caminos satisfacen mi necesidad de búsqueda, de crecimiento, si mi sed es reconocida. Y lo bueno es que, por medio de la razón, puedo aumentar la sensación de placer si la comida es exquisita y además compartida con mis seres queridos, si el colchón es cómodo y además compartido con Desi, si el abrazo te lo dan las personas que quieres y si en mi búsqueda encuentro algunas respuestas.
Así que, de aquí en adelante intentaré comer sólo si tengo hambre y beber sólo si tengo sed, descansar únicamente si estoy cansado, amar y dar amor sólo si es sentido y buscar, siempre buscar.

viernes, 8 de agosto de 2014

Comer sano.

Día 65. Jueves 8/08/14 Ponte D'Arba - San Quirico 26km.

He llegado a la conclusión de que la comida vegetariana es la que mejor se adapta a mi delicado estómago. He vivido más de dos intensos meses sin comer carne ni pescado y las sensaciones son bastante buenas de modo que voy a intentar continuar así cuando llegue a casa. Y no sólo lo voy a hacer por salud sino por respeto a la vida de los animales, ya que me parece denigrante lo que la industria alimentaria hace con ellos, desde las granjas de pollos moribundos y obesos, como nuestra sociedad, hasta la pesca intensiva, totalmente insostenible a largo plazo. Y todo ello para satisfacer el gusto, que no la necesidad, de un voraz "primer mundo desarrollado" que vive totalmente ajeno y desconectado de la naturaleza y de sí mismo. Quizá sea una decisión tardía pero ha venido cuando mi nivel de información, mi visión de la realidad y mi toma de conciencia me lo han permitido. Y resulta curioso que sea ahora cuando más esté disfrutando de la comida, ahora que el comer sano se está convirtiendo en algo importante y valioso para mí, ahora que como despacio y saboreando los alimentos, ahora que he dejado de engullir productos comestibles y he empezado a comer productos que me nutren.
Y mientras sigo pasando por lugares preciosos e inspiradores, y sigo disfrutando de cada paso que doy, agradeciendo a la vida todos los días, la oportunidad que me ha dado de poder hacer este viaje.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Mirar para afuera.

Día 63. Martes 05/08/14. Monterrigone-Siena. 21km.
Mi viaje interior y solitario está llegando a su fin. Ya hay una presencia suficiente de peregrinos que me incita a mirar al exterior y pienso que será como una especie de adaptación a la vida en sociedad después de dos meses de letargo interno. Aún así, el trayecto lo sigo haciendo prácticamente solo, lo prefiero de esta manera porque sigue siendo en la inspiración del silencio donde encuentro momentos para sentirme.
La cena de anoche la recordaré por mucho tiempo, no sólo por los gnocchi al pesto con tomates cherrys y queso sino porque fue en una preciosa terraza en el interior del castillo de Monterrigone, donde poco a poco se fue haciendo de noche mientras compartia mantel con Alessandro, Stefano y Paola, tres peregrinos italianos que hace poco comenzaron a caminar.
Y hoy llegué a Siena, otra ciudad para perderse por sus calles y pasearla lentamente, entrar en sus tiendas de productos típicos es todo un placer para la vista, el olfato y si caes en la tentación de comprar un panforte o un cantuccio, un placer para el gusto. Visité la catedral realizada casi toda en mármol de diferentes tonalidades y me encantó la Piazza del Campo y la del Duomo donde después de una buena cena fui a ver un concierto de jazz, aunque a mitad de la actuación el cansancio y el sueño se apoderó de mí y me fui a dormir.

Me siento pequeño.

Día 64.  Miércoles 06/08/14.  Siena - Ponte D'Arbia. 28km.

Viajando, sólo y con la sensación de estar medio perdido en mitad de la nada, me observo minúsculo, como una partícula diminuta atravesando extensos y desconocidos territorios, insignificante ante la grandiosidad de la naturaleza, de la tierra, del universo. Al pensar que detrás de mí y de todo lo que me rodea, hay unos cinco mil millones de años de evolución, me hago consciente de la bastedad del tiempo y del espacio, y me veo tan pequeño e inevitablemente transitorio que siento como me sube un hormigueo angustioso por el estómago en forma de náusea existencial. Y entonces me aferro a lo único que poseo, la vida, y lo cotidiano se me hace valioso, y la sencillez del presente gana enteros ante el recuerdo del pasado y la ilusión del futuro.  
Y entonces, mi deleite ante un paisaje inabarcable por la vista o un plato de Pappa al Pomodoro es máximo.

La Rama.

Día 62. Lunes 04/08/14. San Gimignano - Monterrigione 25km

Hoy decidí madrugar. Me daban las seis cuando salía por las desiertas calles de San Gimignano dispuesto a ver amanecer sobre la Toscana e imaginar a los cientos de personas que a esa misma hora se agolpaban en las calles de Agaete para bailar la diana. En mi mente sonaba la banda de música de Guayedra mientras el sol comenzaba a levantarse lentamente por el este, dando luz a los espectaculares paisajes de esta región. Las sensaciones de nostalgia daban paso a las de libertad y mi corazón latía con el ímpetu de la disonancia, por un lado maravillado ante tan bello amanecer y por otro amorriñado porque La Rama es una fiesta de reunión con amigos, baile en las calles y charlas hasta el alba. Me hubiera encantado encontrarme con personas que de año en año coincidimos para este día, así como subir con Alejandro a Tamadaba para buscar la rama, derramarle alguna copa en la cabeza a Alfredo, ir a casa de Aday a echarme un pisco, decirle a Ilie y a Siria una y mil veces que se vayan a dormir ya, saludar a la familia y amigos de Noe que vienen de Tenerife, pagarle las cañas a mi cuñada Haridian como regalo de cumpleaños y como no, besar y abrazar todo el día a Desi mientras las cervezas del Perola me lo hubieran permitido. Señores, les echo de menos, un beso grande para todos. Les quiero.

Ya han pasado dos meses.

Día 60. Sábado 02/08/14. San Miniato Basso - Gambassi Terme. 25km.
Dos meses después de los primeros y agitados pasos en Canterbury, me siento como un veterano de guerra. Las heridas inflingidas por el camino me han hecho casi inmune a sus ataques y ahora apenas quedan vestigios del miedo y la inquietud iniciales. 60 días que me han parecido 60 meses y donde la conexión al camino ha sido directamente proporcional a la desconexión de mi vida normal, vida con la que, aún así deseo reencontrarme. No niego que han salido planes para un nuevo viaje largo, pero sólo es un boceto y para dentro de unos cinco años. Ahora, cuando llegue a casa, me apetece centrarme en mis seres queridos, en mi trabajo y en mi formación y evolución personal. Pero estoy adelantando acontecimientos, todavía me quedan dos hermosas semanas para llegar a Roma.

Día 61. Domingo 03/08/14. Gambassi Terme - San Gimignano. 14km
Hoy me he quitado la espina que me clavé el día de Lucca. He realizado sólo 14km y me he quedado en San Gimignano, un lugar con un encanto especial. Parece un pueblo sacado de la edad media, rodeado por una gran muralla y con todas sus casas de piedra muy bien restauradas. Aún conserva varias torres hermosísimas aunque en la época de esplendor del pueblo, allá por el siglo XII, llegó a tener más de cien torres y nueve hospitales y alojamientos para peregrinos, muestra de su importancia como lugar estratégico de paso y comercio.
Además, sigo en compañía de otros peregrinos por lo que se me hace más ameno salir a pasear por la tarde o ir a cenar. Esta noche me he comido una Rivolita, que es una sopa de pan, verduras y alubias, típica de esta zona y que estaba buenísima.

sábado, 2 de agosto de 2014

El sancocho

Día 59. Viernes 01/08/14. Altopacio - San Miniato Basso 24 km.
Anoche por fin coincidí con dos parejas de peregrinos italianos. La cena compartida fue todo un acontecimiento para mí dado lo novedoso del asunto, aunque reconozco que me costó mucho esfuerzo seguir el hilo de las conversaciones, puesto que mi italiano debe parecerse al inglés de Tanzán. Y me resultaba gracioso escucharme a mí mismo cuando hablaba, porque intentaba usar las cuatro palabras que he aprendido en estos días y las mezclaba con palabras en español pero dándoles el acento italiano. En un momento dado estaban hablando sobre la gastronomía en la región de La  Toscana y como vieron que yo asentía, mostraba interés y decía alguna palabra, me preguntaron por un plato típico de Canarias. Me hubiera gustado grabarme explicándoles lo que era el sancocho, con su gofio, su pescado salado, su mojo y demás prevenciones. Hubo dos momentos para la historia, el primero fue cuando me escuché diciendo "pescato salato" y el segundo cuando gesticulé la forma en que se amasa una pella de gofio, el resto se lo pueden imaginar...después estuve tentado de  hablarles del puchero, pero desistí al contemplar las caras de estupefaccion de mi peregrina audiencia tras el magistral ensayo sobre el sancocho.

Adicción al camino

Día 58. Jueves 31/07/14. Valpromaro - Altopacio 32km.
Eran las 12.00h y tras 15 apacibles kilómetros entraba por una de las puertas de la ciudad amurallada de Lucca. Impresionado por la belleza de su casco histórico me preguntaba si quedarme allí el resto del día o continuar, ya que voy sobrado de tiempo para llegar a Roma. La duda me embargó y reconozco que me generó cierto malestar hasta que, después de un largo paseo por sus laberínticas calles, tomé la decisión de continuar. Es una especie de impulso el que me tira al camino, siento que es allí donde debo estar y donde este viaje cobra sentido. Así haga frío o calor, llueva o salga el sol, hay algo que no identifico muy bien que me incita a seguir, a no parar salvo que me encuentre muy cansado. A menudo lo comparo a una especie de adicción, puesto que necesito mi dosis diaria y mientras camino, el tiempo fluye y las horas pasan sin apenas darme cuenta. Pero hay veces que me molesto conmigo mismo, porque teniendo la oportunidad de pasar la tarde en una bonita ciudad, renuncio a ello por seguir andando. ¿Alguien me lo explica?